Entre risas, llegó a la sala de conferencias con una sorpresiva puntualidad. Adentro lo esperaban una veintena de medios, casi uno por cada uno de los años que no pisaba la ciudad. Con una cámara de fotos en la mano, retrató a la tribuna de periodistas y solo entonces se sentó frente al micrófono. César Pelli sonríe y hace sonreír. El más célebre de los arquitectos tucumanos se entregó esta mañana a las preguntas de la prensa y de hasta viejos conocidos que no quisieron perder la oportunidad de saludarlo y escucharlo.
Una de las primeras consultas fue si le interesa formar parte de un proyecto para una obra de envergadura, con motivo del Bicentenario de la Independencia, que se celebrará en 2016. "Esa definición corresponde al Gobierno de Tucumán. Sin duda me gustaría hacer un edificio de cierta importancia para celebrar los 200 años de la Independencia. Pero, insisto, no es mi función decidir qué, sino interpretar el qué y darle forma arquitectónica ", aseguró Pelli.
"He evitado dar a mi obra una firma, un sello o una expresión demasiado personal porque siento que esa no es una función responsable para un arquitecto que trabaja en varias partes del mundo. Mi responsabilidad es tratar de entender qué es lo que quiere la gente que lo construyó y que va a usar el edificio; responder al clima, la cultura y las tradiciones arquitectónicas. Me corresponde hacer un edificio que tenga raíces en el lugar. Busco una interpretación de lo que es necesario y de lo que es lo que va a contribuir más en la sociedad. Eso es lo que quiero lograr, que la gente sienta que sus edificios son de ellos no míos", expresó el autor de las Torres Petronas, de Kuala Lumpur, la capital de Malasia.
Fundador del prestigioso despacho Pelli Clarke Pelli, en New Haven, Estados Unidos, reconoció el valor de su provincia en su formación y en su concepción de la arquitectura. "Una influencia sin duda fue Tucumán. Los espacios públicos de Tucumán son una referencia continua, aunque trabaje en el Tíbet. Las enseñanzas de mi padre y madre en mi casa siguen estando presentes. Son principios básicos de vida que afectan todo lo que yo hago. Los maestros que tuve en el Instituto de Arquitectura (de la Universidad Nacional de Tucumán). Tuve profesores fabulosos. Los dos que más me influenciaron a mí fueron Jorge Vivanco y Eduardo Sacriste. El primero fue un soñador, una persona de gran vuelo que hacía sentir que no había límites en lo que podía pensar. Y Sacriste me hizo amar el lugar, el terreno, el ladrillo, la piedra . Me hizo sentir que la arquitectura podía ser algo que me diese una satisfacción emocional completa", aseveró el arquitecto, de 85 años.
Aunque pasaron muchos años, Pelli todavía reconoce el Tucumán de su infancia. "Está muy cambiada. En ciertos sentidos está mucho mejor, más dinámica y activa. Cuando yo era joven debe haber habido cuatro o cinco bares en toda la ciudad. Eso da gusto de ver. Por otro lado, está muy maltratada la pobre ciudad. Lo que más me da pena es el parque 9 de Julio. Era un parque 100% abierto al público. Ahora está lleno de reservas privadas: ¡eso es un crimen! Era un tesoro y un patrimonio de todos los tucumanos", comentó.
Pelli también reivindicó la importancia de los espacios verdes y del funcionamiento eficiente del transporte público, y de concebir la arquitectura en función del clima. "Si yo viviera aquí, lo que más me interesaría es cuál es la respuesta al clima de Tucumán, que es medio extremo. Entonces, eso debiera empezar a dar formas muy claras. Los brasileños han hecho mucho con un clima parecido. No digo que los imitemos, pero Tucumán debiera dar una salida. Además Tucumán tiene una tecnología limitada, por lo que habría que recuperar las tareas que son más artesanales", aseguró Pelli, que afirmó que no tiene obras pendientes.
"Estoy agradecido y encantado con los trabajos que me dan. Nunca he sentido que me falta algo por concretar. Lo que yo quiero hacer es mi próximo trabajo, aunque sea una casita de perros", cerró el arquitecto, que disertará esta noche ante un teatro San Martín colmado. LA GACETA©